El famoso bailarín de tango, Carlos Neuman,
con muchísimos años de experiencia, bailando al menos cuatro horas
diarias, cinco días a la semana e impartiendo muchas clases como instructor; menciona
en su página web importantes conceptualizaciones y consejos a modo de guía para
quienes apenas estamos incursionando en la cultura del tango.
El abrazo del tango entre dos personas
moviéndose al ritmo de la música produce lo que muchos llaman “La magia del
tango” en consecuencia con la frase de Discépolo “El tango es un sentimiento
que se baila”
Neuman ha puesto en boga, lo que él ha dado
en llamar “Las majestades del tango” quiere decir que en el tango el príncipe
es el abrazo, princesa es la improvisación, reina es la
musicalidad y el rey lo es el sentimiento.
Bailar bien NO es solamente verse bien, es
adaptarse mutuamente a la pareja para disfrutar la pieza y terminar el baile
con el sublime placer de la satisfacción. El tango se baila en estado de
relajamiento (sin tensiones ni esfuerzos corporales) ambos bailarines usando el
lenguaje del cuerpo; el hombre marcando con intenciones corporales y la mujer
siguiéndolas de manera natural.
Se recomienda durante el proceso de
aprendizaje, tomar clases de musicalización y escuchar mucho tango, porque para
bailar bien se requiere llevar el ritmo indefectiblemente. Los ejercicios de
cambio de peso y de equilibrio, son aburridos pero imprescindibles.
En el baile del tango nadie tiene la
verdad, cada maestro enseña diferente según sus conocimientos y cada persona
baila como es, como lo siente y como su cuerpo lo permite.
Según la experiencia de C. Neuman, luego de
haber aprendido el baile del tango con una variedad enorme de profesores y
haber bailado durante muchos años en las milongas de Buenos Aires; él tiene una
propuesta para enseñarnos “Cómo bailar tango”
La etapa de aprendizaje, indefectiblemente
todos la tenemos que pasar. Las personas hábiles podrán aprender varios pasos
en simultáneo, otras solo secuencialmente, pero en todos los casos el avance en
el aprendizaje será en la medida que nuestra mente y cuerpo lo hayan asimilado y practicado hasta dominarlo.
Ahora bien, el esfuerzo tiene un límite que
está dado por las características particulares de cada mente y cuerpo. Debemos
tratar de identificar nuestro límite y tratar de NO sobrepasarlo para no sufrir
sino disfrutar; por ejemplo, si el cuerpo no disocia bien, no hacer ochos hacia
atrás. Si el aprendizaje del movimiento se hace sin esfuerzo físico y con
naturalidad, más rápido se logrará el objetivo y por ende la liberación de la
mente para disfrutar de los sentimientos.
Se recomienda diversificar en profesores
porque cada uno enseña lo que mejor sabe o domina y todos enseñan distinto, no
siempre el mejor bailarín es el mejor instructor. Algunos se concentran en la enseñanza de pasos
y secuencias coreográficas, otros en la caminata, otros en la musicalización,
otros en el abrazo, otros en ejercicios de equilibrio y/o cambio de peso, otros en la conexión, otros
en el dominio del espacio en el campo de baile, etc. etc. Entonces el alumno
que logra nutrirse de lo mejor que ofrece cada instructor, practica bastante y
sabe combinar lo que aprende con sus habilidades personales, alcanza la
integridad y llega a convertirse en un buen bailarín o bailarina.