La pandemia del coronavirus ha afectado a todos los sectores
de la humanidad en el planeta, a unos mas y a otros menos; pero afectando a todos
en alguna medida; afectación a la que no escapamos los aficionados al tango.
En Costa Rica se venía realizando una actividad tanguera muy
activa hasta finales del mes de febrero e inicios del mes de marzo de 2020;
entre esas actividades podemos mencionar clases de tango en diferentes
academias. Además, había milongas casi todos los días de la semana, tanto en
espacios cerrados como abiertos, bares, restaurantes, centros comerciales,
incluyendo el tango callejero en kioscos, parques y plazas públicas; por
ejemplo, Plaza de la Democracia.
El tango se había convertido, para algunos bailarines, en un
medio de llevar el sustento a sus hogares mediante presentaciones y shows de
baile en lugares como restaurantes, hoteles, centros comerciales, teatros, bares
y otros lugares de esparcimiento nocturno; situación que también impactaba
positivamente a los músicos y cantantes que se dedicaban hasta entonces a
interpretar el tango en diferentes lugares.
El personal de apoyo de algunas academias; como DJ’s,
guachimanes, guardas, gente que preparaba alimentos y bebidas, profesores de
baile, se han visto seriamente afectados al ver disminuir sus ingresos, por
consecuencia de las medidas tomadas por el Gobierno de la República para frenar
los contagios del Covid19.
A la fecha van ya casi cuatro meses de parada sin que se
vislumbre una salida cercana; mas bien se habla de una nueva normalidad, lo que
quiere decir “sociedad conviviendo con el virus” guardando el distanciamiento
entre personas, cumpliendo medidas estrictas de higiene, uso de tapabocas, etc.
Todo lo anterior ha dado paso al uso de la virtualidad como la
alternativa del momento para disfrutar el tango; pero… ¿Será realmente la virtualidad una
respuesta al problema?